Santa y su parroquiano despertaron ... Hablábanse poco, sólo lo indispensable para zaherirse con pullas o embozadas injurias, como si después de una noche de compradas caricias hubiesen recordado de súbito que, exceptuando la lujuria apaciguada de él, no existía entre ellos más que el eterno odio, que, en el fondo separa a los sexos.
2 se abrieron.
una imagen encantadora
...el eterno odio que separa a los sexos...
Párrafo y superficie...preciosos...
Publicar un comentario