El Jardinero.


Y ahí, en medio de la mentira y de la verdad, estaba yo, ingenuo, crédulo e incauto; pensando que la palabra es el espejo del pensamiento; que el gesto, un signo de puntuación. Sí, ahí estaba. Las formas de la vida corrían más que mi razón y necesitaba horas para darme cuenta de lo que se escondía tras ellas. Fue entonces cuando descubrí esa otra lengua sin palabras, signos de puntuación ni cortinas, esa lengua como la muerte bajo la que nada se puede ocultar ni los cuerpos, las osamentas ni el alma: el sexo.


Fragmento de "La saga de los Pirineos" (José Luis Gracia Mosteo).

Para saber más.