31 enero 2010

Fragmento de "Historia del ojo" (Georges Bataille).


Llevaba medias de seda negra que le subían por encima de las rodillas; pero aún no había podido verle el culo (este nombre que Simona y yo empleamos siempre, es para mí el más hermoso de los nombres del sexo). Tenía la impresión de que si apartaba ligeramente su delantal por atrás, vería sus partes impúdicas sin ningún reparo.

En el rincón de un corredor había un plato con leche para el gato: “Los platos están hechos para sentarse”, me dijo Simona. “¿Apuestas a que me siento en el plato?” —”Apuesto a que no te atreves”, le respondí, casi sin aliento.

Hacia muchísimo calor. Simona colocó el plato sobre un pequeño banco, se instaló delante de mí y, sin separar sus ojos de los míos, se sentó sobre él sin que yo pudiera ver cómo empapaba sus nalgas ardientes en la leche fresca. Me quedé delante de ella, inmóvil; la sangre subía a mi cabeza y mientras ella fijaba la vista en mi verga que, erecta, distendía mis pantalones, yo temblaba.

Me acosté a sus pies sin que ella se moviese y por primera vez vi su carne “rosa y negra” que se refrescaba en la leche blanca. Permanecimos largo tiempo sin movernos, tan conmovidos el uno como el otro. De repente se levantó y vi escurrir la leche a lo largo de sus piernas, sobre las medias. Se enjugó con un pañuelo, pausadamente, dejando alzado el pie, apoyado en el banco, por encima de mi cabeza y yo me froté vigorosamente la verga sobre la ropa, agitándome amorosamente por el suelo. El orgasmo nos llegó casi en el mismo instante sin que nos hubiésemos tocado; pero cuando su madre regresó, aproveché, mientras yo permanecía sentado y ella se echaba tiernamente en sus brazos, para levantarle por atrás el delantal sin que nadie lo notase y poner mi mano en su culo, entre sus dos ardientes muslos.

Regresé corriendo a mi casa, ávido de masturbarme de nuevo; y al día siguiente por la noche estaba tan ojeroso que Simona, después de haberme contemplado largo rato, escondió la cabeza en mi espalda y me dijo seriamente “no quiero que te masturbes sin mí”.

2 se abrieron.

PERSÉFONE dijo...

Adoramos a Bataille. El ojo del culo según Georges, ese que persiguió en la trinchera y al que le dedicó líneas escandalosamente bellas, nos estremece.

Quién fuera el pañuelo de Simona.

Exquisito, Zarck.

Todas sentadas sobre el plato (de leche). Sin braguitas.

Santo dijo...

Hola a todos. Me asomo a esta casa para dejaros esta convocatoria que creo os puede resultar de interés. Gracias de antemano por vuestro tiempo. :)

«El erotismo es ojos más inteligencia, oídos más inteligencia, tacto más inteligencia, lengua más inteligencia, pituitaria más inteligencia, lo demás es pornografía.» (Julio Cortázar)

Partiendo de esta cita del autor de Rayuela, durante un fin de semana, nos dedicaremos a someter el reino de las palabras al imperio de los sentidos.

Éste es un curso centrado en la insinuación, la sugerencia y el detalle, en el que gozaremos descomponiendo el sexo en aromas, sonidos, sabores, rasgando la seda y espiando nuestro entorno. Así, convertidos en alquimistas del erotismo, leeremos y crearemos literatura de primera.

Más, en http://www.enelcaminoliterario.com/literatura-erotica .