02 octubre 2009

Fragmento de "Retorno a Brideshead" (Evelyn Waugh).


Me sentí como el marido que, después de cuatro años de matrimonio, se da cuenta de repente de que ya no siente deseo, ternura ni aprecio por la mujer que una vez amó; ningún placer en su compañía, ningún interés en gustarle, ninguna curiosidad por nada que ella pudiera hacer, decir o pensar; ninguna esperanza de que las cosas se arreglaran, ningún sentimiento de culpa por el desastre. La conocí como se conoce a la mujer con la que se ha compartido la casa, un día sí y otro también, durante tres años y medio; conocí sus hábitos de desaliño, descubrí lo rutinario y mecánico de sus encantos, sus celos y su egoísmo. El encantamiento había terminado y ahora la veía como a una antipática desconocida con la que me había unido indisolublemente en un momento de locura.

3 se abrieron.

leticia dijo...

Solemos creer que una ruptura por desamor es mejor que una traición, pero no tener motivos para querer olvidar a alguien es mucho peor.
Nadie dijo que fuese fácil!

Besos, puñetero. jeje ;)

Max Estrella dijo...

Pero la traición suele llegar después desamor.
Gracias por el blog.

Espérame en Siberia dijo...

Es de lo más triste descubrir esa sensación, pero es de lo más común :(

Un beso.