Se oían risas, algunas demasiado fuertes... Pero en cuanto Bouboule, con un movimiento de hombros, había dejado resbalar hasta el talle su kimono, ya nadie reía. Las cúspides extremas de una perfección sólo inspiran gravedad. Delante de las dos medias manzanas sin mácula, iguales, armoniosamente distantes, levantadas por apacible aliento, coronadas de un resplandor apenas rosado, ya no había en el camerino más que contempladores soñadores y mudos.
2 se abrieron.
que precioso blog, con mucha clase, invita a la sensualidad.
te felicito por él,
vendré a visitarte a menudo.
saludos cordiales.
Ante la belleza no hay mejor expresión que un silencio...
Besos
Publicar un comentario