12 noviembre 2008

Fragmento de "Amores a tumba abierta" (Manuel Valdés).


Leonor se abalanzó hacia él, excitada por la excitación, en un esfuerzo por conseguir lo mismo que ella negaba de antemano: la capacidad del otro para culminar una carrera erótica que siempre se iniciaba a partir de una salida en falso. Frotó, lamió, succionó, chupó, acarició y mordió, ignorante de que él estaba en otra parte, fuera de su cuerpo, contemplándolo desde la vertiginosa realidad de un espacio sin límites. Así se situaron los dos al borde del cansancio y cuando Mario parecía más a cubierto en su escondite invisible, su cuerpo —lo que hasta ese momento le había servido de refugio— empezó a sentir las delicias de lo erótico, la sensualidad de cada contacto y el nacimiento de una extraña sensación, casi volcánica, que fue ascendiendo, intensificándose, sincronizando cada fibra muscular, cada órgano y cada centímetro de piel, hasta concretarse en una indefinible avalancha que buscaba salida de forma incontenible. Era una riada benéfica, una inundación fertilizante, que embriagaba todo lo que salía a su paso, olvidando la historia precedente y de espaldas a cualquier idea de futuro. Cuando la tensión y la sincronía alcanzaron su cota más alta, Mario se sintió explotar en mil pedazos, impotente para contener esa fuerza, perplejo porque su cuerpo ya se había emancipado y aterrado porque asistía a un acontecimiento irreversible.

2 se abrieron.

Anónimo dijo...

Gracias por este pasaje de un autor que desconozco.



Saludos...

Anónimo dijo...

Exquisito es leerte, acabo de descubrir tu blog, pero en realidad descubrí un mundo de posibilidades...

Esa imagen es exactamente lo que hay en mi mente...

SHAKTI