24 octubre 2007

Fragmento de "El libro de la almohada" (Sei Shônagon).


Para encontrarse con el amante el verano es la estación apropiada. En verdad, las noches son muy cortas y la claridad avanza antes de que una haya pegado un ojo. Como todas las celosías quedan abiertas, permaneciendo acostados se puede ver el jardín en el frío aire matinal.

Quedan aún algunas caricias que intercambiar antes de que el caballero se retire, y mientras se murmuran cosas, de repente se escucha un ruido sordo. Por un instante están seguros de que han sido descubiertos, pero es sólo el graznido de un cuervo que pasa volando por el jardín.

En invierno, cuando hace mucho frío y una está sepultada bajo la ropa de cama escuchando las amorosas palabras de su amante, es una delicia oír el sonoro gong del templo, que parece salir del fondo de un pozo. Los primeros cantos de las aves, que todavía ocultan sus cabezas bajo las alas, suenan extraños y en sordina. Luego los pájaros, uno tras otro, cantan respondiéndose. Placentero es yacer oyendo el sonido que se vuelve más nítido.

Alguien se ha abierto.

gatina dijo...

Mmmmmmmmm! cómo me gustan esos amaneceres... no creo que se pueda describir mejor.

Y es que, tener un jardín cerquita es maravilloso (y si está prohibido, mejor...)