19 junio 2007

Fragmento de "La vida sexual de Robinsón Crusoe" (Michel Gall).


Cuando asentí, levantó su falda, mostrándome unas piernas blancas enfundadas en medias de malla azul. Al levantarlo, el pesado vestido de terciopelo se enganchó en unas ligas de grandes dimensiones. A continuación, apareció la piel desnuda de sus muslos, un poco erizada como a veces corresponde a la epidermis de las muchachas muy jóvenes. Por último, el vestido de terciopelo, alzado progresivamente como el telón de un teatro, descubrió un vello rubio y triangular lo bastante fino como para compararlo con un ovillo de seda natural; mientras tanto, yo sentía cómo me ardía la sangre. Transcurrió más de un minuto hasta que este fondo de decorado triangular apareció del todo. Lo vi como el follaje de un sauce reluciente bajo el claro de luna, cuyo tronco estaba representado por la sombra del apretado surco que se adivinaba más abajo. Visto de cerca, este surco estaba además coloreado de rosa y resaltaba entre la blancura de sus caderas. El vello cubría también el pliegue de las ingles sin esconder, no obstante, las pequeñas arrugas regordetas. Era tan densa y ligera a la vez, que parecía flotar como una nube fibrosa frente a la luna. Al final del triángulo, el color se oscurecía tirando a rojizo. Esta zona era más rala pero más rizada. Los muslos de la muchacha permanecían cerrados hasta arriba. Parecía tener la entrepierna muy estrecha. Así se explicaba la conformación de esta vegetación inferior, que se había enroscado sobre sí misma, como los cabellos bajo la acción de la humedad. El telón cayó lentamente...

Alguien se ha abierto.

Anónimo dijo...

Excitante....