21 junio 2007

Fragmento de "El orden de las familias" (Jorge Edwards).


Antes de dormir, en la habitación oscura, pienso en los racimos de mujeres asomadas a las ventanas. Los vestidos se abren y surgen los pechos turgentes, los vientres redondos, marcados por la fatiga. Me hago la idea de levantarme y partir otra vez a buscarlas. Podría pagar con un cheque. Pienso después en la balsa, en el agua tranquila y engañosa, en tus chillidos. Avanzas en la oscuridad, en el traje de baño de entonces. Tus muslos duros, blancos, en contraste con la tela negra y elástica. La verdad, no voy a salir; prefiero hundirme en la cama y esperar que llegues. Pero no llegas nunca. Te demoras interminablemente en llegar.

Alguien se ha abierto.

gatina dijo...

Cuando uno se hunde en la cama a esperar, la demora siempre es interminable.
Pero cuando algo se espera con paciencia (o impaciencia), el encuentro suele ser maravilloso.