25 mayo 2007

Fragmento de "Leviatán" (Paul Auster).


Nuestras escenas de amor eran mudas e intensas, un desvanecimiento a las profundidades de la inmovilidad. Fanny era toda languidez y sumisión, y yo me enamoré de la suavidad de su piel, de la forma en que cerraba los ojos siempre que yo me acercaba a ella silenciosamente por detrás y la besaba en la nuca. Durante las dos primeras semanas no deseé nada más. Tocarla era suficiente, y yo vivía para el ronroneo casi inaudible que salía de su garganta, para sentir que su espalda se arqueaba lentamente contra las palmas de mis manos.

2 se abrieron.

gatina dijo...

Vivíamos una pasión sigilosa, profunda y silenciosa, una rendición al deseo en estado puro. Toda mi piel era suya entre las sombras y me sedujo el olor de su cuerpo, el recorrido de sus miradas calladas. Me fundía en el placer cada vez que él se aproximaba lentamente y sentía su aliento en mi espalda, en mi cuello, en mi pelo enredado en sus manos. Al principio fue bastante, no necesitaba más que sus caricias mudas, sus dedos jugando en mi espalda y mi cuerpo estremeciéndose, suspirando en silencio.

Anónimo dijo...

"Algo sucede y, desde el momento en que empieza a suceder, nada puede volver a ser lo mismo"... bello fragmento... te dejo un beso sincero y un buen Finde de Semana.