
Sus caricias poseían una extraña cualidad. Unas veces eran suaves y evanescentes, otras, fieras, como las caricias que Elena había esperado cuando sus ojos se fijaron en ella; caricias de animal salvaje. Había algo de animal en sus manos, que recorrían todos los rincones de su cuerpo, y que tomaron su sexo y su cabello a la vez, como si quisieran arrancárselos, como si cogieran tierra y hierba al mismo tiempo.
Cuando cerraba los ojos sentía que él tenía muchas manos que la tocaban por todas partes, muchas bocas tan suaves que apenas la rozaban, dientes agudos como los de un lobo que su hundían en sus partes más carnosas. Él, desnudo, yacía cuan largo era sobre ella, que gozaba al sentir su peso, al verse aplastada bajo su cuerpo.
Deseaba que se quedara soldado a su cuerpo, desde la boca hasta los pies.

6 se abrieron.
"Me niego a vivir en el mundo ordinario como una mujer ordinaria. "
Poco tenía de mujer ordinaria, seguro.
Erótico y sensual fragmento. Me gusta.
Muchos besos.
Sublime, muy bueno. Realmente sensuales palabras que invitan, que incitan. Siempre es un placer venir a tu jardín prohibido. Un abrazo!!
cierro los ojos...
dos besos
Me encantó la imagen, las dos. No sé de quien sea, pero está increíble......... Lo prohibido siempre es precioso, sensual, místico, perfecto jardín para este blog.
saludos,
para esta noche quiero que sea tu cuerpo el que aplaste al mio, que te parece? te espero+++
Bellisimo, como siempre que placer pasearme en este jardín
Besos placenteros
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