
Un retumbar lejano...
El horizonte se enrojece,
como abrasado, del lado del mar;
negro de pez en la montaña,
jirones de nubes claras,
y, en esa negrura, una casa de campo:
un ala de gaviota.
No quiero aún que me descubras toda la verdad, que la verdad no es lo evidente sino su mitad.
Ábrete.
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