15 julio 2011

Fragmento de "Las cuatro plumas" (A. E. W. Mason).


Feversham recogió el anillo y lo sostuvo en la palma de su mano, manteniéndose estoicamente. Nunca le había importado tanto ella, nunca había reconocido sus valores tan minuciosamente como en este momento que la perdía. Sólo ella irradiaba luz en esa silenciosa habitación, maravillosa, más maravillosa, desde las brillantes flores de su cabello hasta las blancas zapatillas de sus pies. No era creíble que alguna vez la hubiera conquistado. Sin embargo, lo había hecho y por su deslealtad la había perdido. Entonces su voz rompió sus reflexiones.
-Esas, también, son tuyas. ¿Las puedes tomar, por favor?
-Ella apuntaba con su abanico hacia las plumas colocadas sobre la mesa. Feversham obedientemente las alcanzó con la mano, y las apartó con sorpresa.
-Hay cuatro plumas-, dijo él.
Ethne no contestó, y mirando su abanico Feversham lo comprendió todo. Era un abanico de marfil y plumas blancas. Ella había roto una de las plumas y la había añadido por su cuenta a las tres. Lo que había hecho era cruel, sin duda. Pero ella deseaba ponerle fin a todo -un completo e inevitable final-; aunque su voz era firme y su rostro, a pesar de su complexión, imperturbable, se sentía realmente atormentada por la humillación y el dolor. Deseaba no volver a ver a Harry Feversham después de esa noche. Por eso había añadido la cuarta pluma a las tres. Él las mantuvo entre sus dedos como si las fuera a quebrar por la mitad. Pero se detuvo en la acción. Miró de repente hacia ella y mantuvo sus ojos sobre su rostro por un instante. Entonces con extrema delicadeza colocó las plumas en el bolsillo de su pecho. Ethne en ese instante no tomó en cuenta porqué lo hacía. Sólo pensó que ese era el irrevocable final.

Alguien se ha abierto.

Sofía Serra dijo...

Uno de lo ejemplos más crueles (en relación con la historia narrada en sí) de cómo la mujer ha fomentado los valores más negativos del patriarcado: la competición, la ley del "más fuerte", la que no deja lugar a la otra mirada sobre las cosas...a la poética
Me encanta haber encontrado esta novela, y este pasaje en concreto, en tu blog...;)
Besos